LA REVISTA
Cuando sale la edición número 1, se dan cuenta que la revista estaba periodísticamente hecha por Barraza, la totalidad de avisadores correspondían a su gestión, y que el trabajo de ellos era simplemente la diagramación. Barraza los reúne y les comenta que así la cosa no progresaría. Por ello ellos se retiran del proyecto y le dan vía libre para que él se haga cargo en su totalidad de la publicación a partir del número 2.
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Ese primer número de TC La Revista salió en Junio de 1982 y era dedicado a la historia del Turismo Carretera a partir de su primera carrera en el año 1937. Fue presentada en la carrera de Concordia donde se corrió por primera y única vez. En la tapa los dos Aventín con los dos Dodge, el accidente de Juan Gálvez, la foto de Barraza transmitiendo la Fórmula 1 y el título principal de la tapa decía "De Causolett a los Aventín". Así comenzó TC La Revista.
Los números se fueron generando espaciadamente, la situación económica no daba para más. Barraza iba a los distintos lugares donde corría el TC para vender la revista buscando a los canillitas del lugar para darle un paquete de las mismas y en los accesos de entradas así se vendían con mucho esfuerzo.
En el inicio fue acompañado por sus hijos del primer matrimonio, Alejandra, como correctora poniendo en juego su profesión de educadora, Luis y Rodolfo debutando en el "metie" de vender publicidad junto a su padre. Pero allí no paraban las tareas. Desde preparar los envíos a los distintos distribuidores del interior y no haciendo asco a tomar una escoba o servir mate o café.
Pero la cosa no era nada fácil. Traspies no faltaron. En una presentación en Bolívar y otra en 25 de Mayo debieron concurrir Barraza y su gente en 3 oportunidades ya que la lluvia impedía la realización de las competencias. Todo eso generaba pérdidas y desventuras pese a lo cual JLB no bajaba los brazos. Con el correr del tiempo comenzó a organizar la distribución en subtes, trenes y avenidas principales: todo con gente propia. Y TC La Revista se mezclaba en los kioscos con demás publicaciones, lo que generó que un día la distribuidora general de diarios y revistas de la Capital Federa y Gran Buenos Aires le ofrece que se integre al sistema de recorrido por ellos organizado. Barraza y su gente tardaban 30 días en distribuir y otros 30 días en cobrar el dinero, en cambio, con esta distribuidora en 24 horas tenía todas las revistas los kioscos. Obviamente Barraza si bien perdía el 45% del valor de la revista vendida, la rápida evolución de ese dinero lo motivó a aceptar a integrarse a la distribuidora de Capital Federal y Gran Buenos Aires.
Hubo distintas etapas: la primera por falta de experiencia, pero nos sentíamos satisfechos de iniciar la apertura en la recuperación de nuestro automovilismo que con el tiempo se concretaría y de la que nos sentíamos partícipes. Fueron 269 números que cumplieron un rol en la gráfica y de la cual hoy muchos colegas supieron tomar el testimonio y, con medios más modernos, mantienen vigente el estilo que nosotros inauguramos.
Esta es una historia de esfuerzo y lucha que a veces termina con el amargo final de un fracaso y otros con el sabor de cumplimentar objetivos. Existen quienes alcanzan a comprender que el ser humano es un manojo de pasiones contenidas, pero sin duda José Luis Barraza logró hacer ese camino por casualidad, necesidad y vocación.
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Pero hagamos un poco de historia
Teníamos en nuestra humilde redacción gran cantidad de cartas de lectores. Las temáticas eran varias y algunas hasta insólitas. Críticas, felicitaciones, propuestas, pedidos, etcétera.
Entre ellas llegó una carta que era firmada por una tal "Mabel". En ella decía haber sido compañera de labores en la empresa electrónica. Haciendo memoria recordé que mientras yo en ella era jefe de expedición, había una Mabel que era secretaria del presidente de la empresa y de la que poco trato tuvimos, sobre todo por su cargo y la diferencia de pisos del establecimiento con más de 120 personas en derredor entre hombres y mujeres.
Esa carta, que en principio sorprendió a Luis Santiago (mi hijo) y obviamente a mí, quedó archivada en un cajón.
El trabajo nos desbordaba ya que TC La Revista cada día ingresaba a nuevos pueblos y ciudades que la descubrían con una temática que otros medios había desechado. El TC tenía distintos detractores, parte del periodismo era uno de ellos.
Con el paso de algo más de un mes y por sugerencia de mi hijo Luis Santiago decidimos releer la carta que nos había mandado esa tal "Mabel". En la carta decía: " Soy Mabel Giaconi, no se si se acuerdan de mi. Yo era secretaria del ingeniero Ennio Pogliano presidente de la empresa donde trabajaba yo y JLB. Siempre seguí el automovilismo desde pequeña con mis padres. Carpas y alambrados fueron el entorno de cada carrera que íbamos, pero en el medio donde yo trabajaba ser "fierrera" no era bien visto. Yo compro su revista que me hace sentir muy cerca del automovilismo. Hoy trabajo en una empresa de ultramar y tengo horario de tarde y mucho me gustaría, aunque sea unas pocas horas, estar con ustedes siendo auxiliar: preparar café, ordenar cosas, barrer, etcétera. Sería una forma de seguir estando cerca del automovilismo y recuperar el espacio que mis obligaciones laborales y las distancias me impiden compartir. Ustedes sería el nexo que me permitiría estar actualizada y sentirme parte de lo que tanto extraño"
Y llamamos a Mabel y debimos en algún caso sacarle la escoba de las manos queriendo cumplimentar cualquier tarea auxiliar que se presente. Ella, en esa instancia como lo informó en la carta, trabajaba en una empresa de Ultramar en la calle Bartolomé Mitre casi Maipú. Su horario era de 18 a 23 hs. por esa razón pasaba con nosotros hasta media tarde. Su labor en esa empresa era manejar máquinas de teletipo con su excelente conocimiento de inglés y francés.
Sin ninguna duda el ingreso de Mabel cambió la instancia laboral pero también cambió mi vida.
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Mabel, a medida que transcurrían los meses, se fue sin proponérselo ingresando en mis sentimientos, los cuales se coronaron con el advenimiento de Pablo José. Luego vino el casamiento civil y la posterior frutilla del postre con Lucas Gabriel. Allí se reconstruyó mi vida social y laboral.
Mabel ya había dejado su trabajo y había pasado a ser la mano derecha y algo más respecto al desarrollo de la revista, por el conocimiento, afición al medio y su capacidad intelectual. Ya para ese entonces Luis, Rodolfo y Alejandra habían tomado otros caminos, todos en su verdadera vocación.
La televisión no estuvo ausente en la carrera de José Luis Barraza: durante cuatro años intervino como panelista en el programa Récord de Vuelta, una emisión de América Deportiva que se emitía por Cablevisión que luego fue la semilla para que programas similares por otras organizaciones siguieran su camino, muchos de ellos hoy vigentes.
Pasaron los años, la revista comenzaba a ocupar un importante lugar en el gusto del aficionado reflejando el aumento de la demanda y obviamente el trabajo. La tarea de Mabel como secretaria de redacción tenía su fruto, ya Pablo y Lucas comenzaban a involucrarse tímidamente pero cada vez con más interés en lo que hacían sus padres. Pero de pronto todo se desmoronaba en ese diciembre de 2001